Muy querida Rocío,
Hoy hicimos un lindo paseo a Marbella, para ver los avances de nuestra casa y tuve la intención de ir sacando fotos durante el viaje, para luego compartir un cuento contigo, con los recuerdos que tengo de mi infancia, cuando viajaba a Zapallar con mis padres y la Rebeca, tu tía abuela y mi única hermana.
El día estaba precioso y nos fuimos por la carretera Panamericana Norte disfrutando del día.
Mi primer recuerdo es este cerro, cuyo nombre no me acuerdo, pero que yo siempre lo encontré igual al perfil de un jefe indio piel roja tomando sol. Mi papá lo subió un par de veces y lo consideraba un cerro muy lindo.
Luego llegamos a la cuesta de Las Chilcas y busqué el mejor ángulo para sacarle una foto a la piedra colgante y no vas a creer lo que pasó. Saqué una foto y me apareció un aviso en la pantalla de la máquina que decía "El archivo no puede reproducirse". Cambié la tarjeta de la memoria y volví a tomar la foto, pero me salió la misma advertencia. Volví a reemplazar la memoria por tercera vez y me volvió a salir el mismo aviso.
Me subí al auto y me fui sin poder capturar una foto de la piedra colgante, que estaba particularmente imponente, con su tercio colgante y matizada de sol y sombras.
Seguimos viajando hasta llegar a Marbella. Estaba triste con mi máquina y decidí borrar algunas fotos de la memoria, para hacerle espacio a las otras fotos que tenía en mente sacar y ¡BINGO! Me resultaron las fotos que vinieron a continuación.

El día estaba precioso y nos fuimos por la carretera Panamericana Norte disfrutando del día.
Mi primer recuerdo es este cerro, cuyo nombre no me acuerdo, pero que yo siempre lo encontré igual al perfil de un jefe indio piel roja tomando sol. Mi papá lo subió un par de veces y lo consideraba un cerro muy lindo.
Luego llegamos a la cuesta de Las Chilcas y busqué el mejor ángulo para sacarle una foto a la piedra colgante y no vas a creer lo que pasó. Saqué una foto y me apareció un aviso en la pantalla de la máquina que decía "El archivo no puede reproducirse". Cambié la tarjeta de la memoria y volví a tomar la foto, pero me salió la misma advertencia. Volví a reemplazar la memoria por tercera vez y me volvió a salir el mismo aviso.
Me subí al auto y me fui sin poder capturar una foto de la piedra colgante, que estaba particularmente imponente, con su tercio colgante y matizada de sol y sombras.
Seguimos viajando hasta llegar a Marbella. Estaba triste con mi máquina y decidí borrar algunas fotos de la memoria, para hacerle espacio a las otras fotos que tenía en mente sacar y ¡BINGO! Me resultaron las fotos que vinieron a continuación.
No te imaginas la felicidad de tu abuela Pamela, al entrar al terreno y pararse en lo que va a ser "la sala de estar" de la casa.
Luego se trasladó "al comedor de diario" y me hizo ver que de ahí veríamos el mar y el hoyo 9, de la cancha de golf. ¡Una maravilla! Mientras yo seguía tratando de hacer las paces con mi máquina fotográfica.

Tu abuela Pamela seguía recorriendo las dependencias de la casa, el living, el comedor, la sala de estar, la entrada, la cocina y el comedor de diario, nuestro dormitorio, los closets y baños, lo que para mi parecía más, un sitio de investigación arqueológico, que nuestra futura casa en la playa.

Me paré en lo que será nuestro dormitorio, mirando a mi querido boldo y de ahí seguimos viaje a Zapallar, para visitar a Fernando y la Carmelita, a quienes ya tendrás oportunidad de conocer.
Ellos ya tienen sus años y pese a sus achaques, nos recibieron con mucho cariño, alegría y nos dieron una rica taza de te, mientras recordaban a mis padres con gratitud y admiración.

Actualmente viven con su hijo, el "Nano grande", quién se vino a vivir a Zapallar para cuidar y acompañarles en su vejez.
Fernando y la Carmelita quieren mucho a tu abuela Pamela y la encuentran "una señora muy regia". A tu tata Hugo lo conocen desde niño y lo llaman simplemente "el Hugo".
Terminamos la visita, porque debíamos regresar a Santiago y quedamos muy contentos de haberlos visto.
Paramos en el camino a comprar paltas, papas, flores y tomates. Llegamos de vuelta muy felices y sin haber podido fotografiar la piedra colgante.
Bueno, ya tendremos otras oportunidades de hacerlo y eso es lo lindo de la vida, porque siempre habrá un nuevo amanecer, si es la voluntad del Señor.
Te queremos mucho,
Tus abuelos Hugo y Pamela.
Tu abuela Pamela seguía recorriendo las dependencias de la casa, el living, el comedor, la sala de estar, la entrada, la cocina y el comedor de diario, nuestro dormitorio, los closets y baños, lo que para mi parecía más, un sitio de investigación arqueológico, que nuestra futura casa en la playa.
Me paré en lo que será nuestro dormitorio, mirando a mi querido boldo y de ahí seguimos viaje a Zapallar, para visitar a Fernando y la Carmelita, a quienes ya tendrás oportunidad de conocer.
Actualmente viven con su hijo, el "Nano grande", quién se vino a vivir a Zapallar para cuidar y acompañarles en su vejez.
Terminamos la visita, porque debíamos regresar a Santiago y quedamos muy contentos de haberlos visto.
Paramos en el camino a comprar paltas, papas, flores y tomates. Llegamos de vuelta muy felices y sin haber podido fotografiar la piedra colgante.
Bueno, ya tendremos otras oportunidades de hacerlo y eso es lo lindo de la vida, porque siempre habrá un nuevo amanecer, si es la voluntad del Señor.
Te queremos mucho,
Tus abuelos Hugo y Pamela.
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